martes, 9 de junio de 2015

Sin título I

Cada mañana, cuando el sol abofetea mis ojos para sacarme de un sereno sueño, recuerdo mi anatema: He de despertar en un distinto lugar cada día.

Antes de comenzar mi relato, han de saber que cada mañana despieto en un lugar diferente de donde pasé la noche; este suceso queda fuera de mi voluntad.

Esta mañana desperté dentro de una gran bodega con paredes grises,el aire olía a humedad, olía a agonía; la luz filtrada por vidrios sucios apenas si iluminaba. Pendían cuerdas y mangueras del techo, también había goteras; el piso era de concreto pulido, gris como las paredes, había también unas columnas que sostenían el pesado techo de hierro, algunos archiveros oxidados, cajas de cartón, algunos barriles estibados y otros ladeados, polvo, musgo y liquen, como si nadie hubiera estado en siglos...



Curiosamente la bodega tenía forma de un abdomen humano. Efectivamente, había despertado dentro de mi propio abdomen. Caminé desde el alba hasta cruzar la bodega, serían las neve o diez cuando llegué al otro extremo, donde encontré un cuarto con regaderas, tuberías , un piso de azulejo manchado con zarro y más adelante un conducto, creo que era una vértebra cervical; de repente una vórtice me obligó a entrar en ella, y así viajé dentro de este conducto por espacio de varias horas, hasta que llegué al craneo, era cerca del medidía, había llegado al ático, al Cerebrático.


Como en todos los áticos, en el Cerebrático encontré cosas que alguna vez sirvieron, y que ahora son solo instrumentos del recuerdo. Encontré un idilio encerrado en un reloj de arena, unos documentos que trataban de un estipendio para un vecario, algunos libros apolillados donde leí sobre los Aínos, un retrato de una chica grenchuda, una rueda de bicicleta, también un frasco con una calabera pintada y una leyenda que rezaba: " ponzoña de monstruo de Jila al 10 %".

Cae el sol, creo que dormiré sobre la colchoneta que está alla en la esquina,¡Ah! Una caja de galletas, están un poco duras pero creo que las podré ronzar, mitigarán un poco mi apetito, no he comido desde ayer. Por cierto, ayer desperté en medio de una selva habitada por Amazonas, por poco y no lo cuento, mañana... Mañana no sé donde estaré...